19 DE MAYO/2020
Por Germán Matias Landriel - Profesor en Ciencias de la Educación (UNNE).
La pandemia de Covid-19 nos colocó ante una situación nueva, rompiendo con todas nuestras estructuras, desequilibrando todo lo que veníamos haciendo, poniendo en cuestión nuestro modo de vida y poniendo en jaque nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios que va ocasionando en los diferentes niveles de la vida, y la educación, no es una cuestión que escapa a esta situación.
Sigo sosteniendo que nuestra capacidad de resiliencia, de superar las adversidades que nos presenta la pandemia, nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios y la capacidad de innovar son "la clave del éxito".
En la educación nos enfrentamos ante un panorama confuso, hay quienes siguen manteniendo sus modos de ser y actuar de la enseñanza - aprendizaje presencial en el modo virtual. Y ahí, es donde incurrimos en el error, tropezamos con cuestiones del pasado, en los tiempos nuevos de la educación.
Como docentes armamos nuestras clases, como sabemos, como nos enseñaron y como hemos aprendido de la experiencia diaria del encuentro personal y presencial con los estudiantes, pero no nos damos cuenta que, si ya antes de la pandemia la educación no daba buenos resultados, mucho menos ahora los resultados serán buenos, pues los estudiantes se enfrentan ante varias dificultades que van desde, no tener las condiciones espacio-temporales para el aprendizaje, no contar con los recursos tecnológicos necesarios, hasta la falta de manejo de las tics, la administración del tiempo, la constancia, el autoaprendizaje, y la autonomía. Y las familias se encuentran ante una situación aún más desesperante, tratando de acompañar en el proceso, en el mejor de los casos, pero cumpliendo una función que no saben, ellos son los padres, hermanos, tíos, pero no son docentes, no saben cómo deben enseñar. Seguimos repitiendo patrones y haciendo "como que enseñamos y aprendemos" cuando sabemos realmente que la cosa no es así.
No cabe duda que tanto docentes, como estudiantes y familias hacen lo mejor que pueden con las herramientas que tienen, pero bueno, ahí es donde debemos hacer una pausa, analizar la situación y ver de qué manera salimos de esta situación.
Es una buena oportunidad para hacer un cambio radical, desde las bases de la educación. Necesitamos recuperar al ser humano como eje central de la educación, necesitamos que la enseñanza y el aprendizaje encuentren un sentido, que sea útil, y debemos abandonar la competencia e individualidad, lógicas del mundo económico, necesitamos empezar a educar para un verdadero crecimiento personal y social, educar para poder desenvolvernos en la vida reconociendo lo que nos apasiona y fortaleciendo nuestros talentos.
Es época de comenzar con los cambios, debemos apostar a la transformación, debemos ser capaces de reconocernos como personas, de escuchar nuestras reales necesidades, demandas y de ponerlas en marcha. Es ambicioso pensar en hacer lo que nos hace feliz, trabajando colaborativamente, pero lo podemos lograr si primero nos convencemos nosotros mismos que es hora de cambiar, de romper con lo que venimos haciendo y nos contribuye como seres humanos, no nos apasiona, no nos dignifica, nos hace ser mejores personas y por lo tanto no podemos tener una mejor sociedad.
La educación es la herramienta que tiene la sociedad para generar conciencia a través del conocimiento y la enseñanza de valores. El cambio debe empezar, debemos empezar a "humanizar la educación", y ese poder de cambio está a nuestra altura, a la altura de nuestras manos, en los docentes.
Por Germán Matias Landriel - Profesor en Ciencias de la Educación (UNNE).